Estando en Estambul, tuvimos la oportunidad de charlar con la chica que limpiaba el hostel, una ecuatoriana poco amable que vivía hace unos años en Turquía (sin papeles) y que había vivido en varios países europeos, y cuando le dijimos que veníamos para Egipto nos dijo: no vayan, ¿para que van a ir? ahí hay solo pirámides y arena, la gente no es buena, siempre intenta sacarte el dinero, se burlan de ti, no te ayudan en nada, es mas, si te dicen que vayas a la derecha, andá al revés, porque siempre te dicen las cosas mal a propósito.
Con Mogas nos miramos, agradecimos el consejo y nos fuimos, a la media cuadra nos reímos y dijimos al unísono: CUALQUIERA!!!!
La realidad es que la ecuatoriana tenía razón, en partes. La gente no es para nada amable, de hecho son muy molestos, nos acosan todo el tiempo, están al acecho, saben que somos turistas y nos miran con el signo $$$ en la frente.
Llegar a Egipto fue una odisea, veníamos viajando por Israel con nuestros amigos guatemaltecos , ellos habían ido hasta la Embajada Egipcia en Tel Aviv para preguntar por la visa y les dijeron que no necesitaban. Nosotras habíamos leído en el sitio web de la Embajada que la visa la podíamos obtener en la frontera, en Taba. Asi que partimos hacia allí, apenas llegamos estaban June , Nando y Valerie discutiendo con los policías, el oficial me dijo que allí no se vendían las visas, que espere a un costado (todo esto en un precario inglés), llegaron unos alemanes que tampoco pudieron pasar, el tiempo transcurría y nos íbamos juntando todos los guiris en la frontera. Alguno preguntó en la oficina que también oficiaba de banco y le vendieron una visa por usd 15, fuimos todos a comprarla y cuando quisimos cruzar, el mismo oficial nos dijo que esa visa no servía, que necesitamos un sello y que él podía llamar a la agencia de turismo para que venga a ponernos el sello, por la módica suma de usd 50 cada uno, what?? .
La cuestión es que me acerco al oficial, muy tranquila para hablarle y me dice que ahora no habla más inglés, solo árabe. Ahí ya empecé a calentarme, completé un formulario que encontré y me puse en la fila de nuevo, el mismo oficial me selló el pasaporte y entré a Egipto, pero cuando leí el sello decía que solo podía estar en la costa del Mar Rojo y Sinaí por 15 días, para cruzar a Cairo necesitaba una visa y para obtenerla tenía que volver a Israel, no way. Asi que volví a cruzar la frontera, mi breve estancia en Sinaí duró sólo 2 minutos.
A todo esto, pasamos unas horas en la tercera dimensión, la zona desconocida, porque ya habíamos salido de Israel y no entrabamos a Egipto, si nos pasaba algo en el medio, no se a quien le reclamábamos.
Volvimos a entrar a Israel, otra vez las preguntas, por que volvemos, porque fuimos a Siria, porque no sellamos el pasaporte, nos revisaron todo el equipaje, a Mogas le desarmaron la mochila entera, y le escanearon todo a ver si llevaba drogas, pero si hace dos horas salimos y no entramos a ningún lado!!.
En fin, la única solución y la mejor manera de hacer las cosas, era volver a Eilat a la Embajada a pedir la visa que nos costó 28 usd, ya habíamos cambiado toda la plata a libras egipcias pero la visa se pagaba en NIS, asi que otra vez a cambiar plata y todo lo demás.
Volvimos a cruzar la frontera de Israel con los pasaportes visados a que el mismo oficial los mire y esta vez nos deje pasar a todos, nos despedimos de nuestros amigos guatemaltecos y empezó la segunda aventura, para llevarnos a Dahab nos querían cobrar 200 libras egipcias, estábamos seguras de que nos querían cagar, asi que al rayo del sol empezamos a caminar, un egipcio nos perseguía con la camioneta regateando el precio, y Mogas que le gritaba: no mas de 20! You need my money I don’t need your car!!! Y asi caminamos unos 20 minutos, con la camioneta al lado, y Mogas puteando. Realmente insoportables. Llegamos a la estación de micros, una australiana esperaba el bus a Dahab que costaba 25 libras, y en eso aparece un beduino que nos lleva por 50 cada una, otra vez el regateo, que no, que no, que no. Nos decía: fifty-fifty-fifty y Mogas le contestaba: twenty-twenty-twenty. En eso llegó Valerie y arreglamos por 30 cada una, todos contentos.
Los días en Dahab nos sirvieron para descansar de lo viajado, pero además para prepararnos para lo que se venía, sabíamos que Egipto iba a ser duro, sobre todo porque viven del turismo y si bien es un país barato, te quieren pasar todo el tiempo y no está bueno, hay que pelear, discutir, regatear, sacártelos de encima, te persiguen, te quieren agarrar, el acoso es constante, realmente estresante . Y es parte de su cultura, de lo que vinimos a ver y a aprender.
Los días en Dahab, como les conté, transcurrieron en paz, el hotel era precioso, frente al mar, y aprovechamos para hacer snorkel en el Faro, en el Blue Hole, en las Islas, hermoso. La playa también estaba llena de acosadores, nos miraban lascivamente, insoportables, además se metían al agua y nos miraban debajo del mar, nos saludaban debajo del agua y nos querían agarrar para llevarnos por ahí, asi que las puteadas también eran dentro del mar. Salvando estos obstáculos, fueron unos días increíbles en la playa.
La llegada a Cairo, como era de suponer, fue caótica. La ciudad es enorme, viven cerca de 20 millones de habitantes y es entre otras cosas, muy sucia, las bocinas no descansan en ningún momento, los semáforos (cuando existen) no los respetan, asi que para cruzar tenemos que pegarnos a alguno que cruce y rezar para llegar a la otra vereda sanas y salvas.
Intentar comprar el tren a Aswan fue otro capítulo estresante, el tren cuesta 55 libras, pero no nos lo quisieron vender, a nosotras nos cobraban 165 libras, re-calientes dijimos que no lo íbamos a pagar y en cambio, viajamos las 14 horas en un micro semicama (el mayor lujo en esta zona). El viaje fue demoledor, el bus para a cada rato, sube y baja gente, vendedores ambulantes, la película que ponen trata siempre de lo mismo: un amor imposible, mujeres gritando y llorando todo el rato, y además, cada 5 minutos hay una escena donde las cagan a palos, intentar dormir es casi una utopía, porque cuando termina la película continúa la música, una especie de lamento constante y nosotras no sabemos si reír o llorar.
Cansadas, mal dormidas y malhumoradas llegamos a Aswan, bien al sur de Egipto, ahora si internadas en Africa.
Esta parte del viaje parece ser un sufrimiento, pero no es así, les aseguro que después de ver las pirámides y los templos, todo vale la pena. Estamos en Egipto, un país poco amable, con una historia y lugares increíbles. La recompensa es enorme y muy gratificante y si no me creen, mirenme jugando con la esfinge.