El otro día dije que no creo en las casualidades.
No creo en las coincidencias.
Comenzó febrero y decidí empezar a mover las fichas, tenía que vender el auto y no sabía cuanto tiempo podía demorar. Un sábado me senté y escribí el mail con las características técnicas y se lo reenvié a mis contactos para que lo distribuyeran. El lunes a primera hora me llamó una amiga de Claudio para venir a verlo. (Gracias Clau por el apoyo y la buena vibra de siempre).
Varios interesados llamaron, muchos pidieron fotos que dicho sea de paso, nunca llegué ni a sacar ni a enviar. El jueves vino un amigo de Peti, dimos una vuelta en el auto y al bajar me dijo: dale, te lo compro.
¿Así de fácil es? Digo: voy a vender el auto y en una semana lo vendo?! Parece que mi mensaje al universo fue claro y llegó sin interferencias.
Lo que no es para nada casual, es que el comprador decide cambiar de vida y se lleva el auto a Capilla del Monte.
…
Salute!
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
No, está claro. Las casualidades no existen. Y está claro también que este viaje es bastante más que un sueño.
Me alegra enormemente verte llevarlo a cabo.
Un besazo.
Gracias Cat!
Me acuerdo siempre de la charla con tu mama, de mis idas y vueltas, fuiste testigo de esto en sus comienzos y ahora mirá, ya falta nada!!!
Besos
Publicar un comentario